AUGENBLICK 

PROYECTO UTOPÍA

 

José Antonio Romera Díaz

 

 

Texto publicado en el catálogo 'Proyecto D-Mencia'. 2004.

 

 

 

«Nadie es un demonio si se le escucha cabalmente»

Susan Sontag.

 

Cartografías básicamente emocionales de ciudades extintas. Piedras acotadas por una cinta: “Prohibido pisar” en lo que fueran lugares de tránsito.

 

Las ruinas resultan utilísimas en su condición de vestigio susceptible de un ejercicio de bricolaje mental. Finalmente llegamos a una conclusión: la única construcción que sobrevive incólume al declive de las civilizaciones son los lugares inmateriales y carentes de un topos especifico donde sin embargo se decantan los más bellos y nobles anhelos de cada sociedad. 

 

La utopía presenta también un reverso atroz, puesto que el comienzo absoluto es hermano siamés de la pulsión mortal y la destrucción completa.

 

“Un tranvía llamado deseo”.

 

-Señorita Blanche Dubois decadente y enajenada: «Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos». Su nostalgia es triplemente dolorosa; por la pérdida, por la inmediatez de la misma y sobre todo por la fatalidad que fluye entre sus dedos crispados, incapaces de retener ese último resto de cordura que se escapa a través de la fisura abismal que separa lo que las cosas son de lo que deberían de ser.

 

Como Blanche, el proyecto Utopía parece frágil, apoyado apenas en un gozne, pero a diferencia de aquella, el eje que lo soporta no está en el ocaso irremediable sino en un amanecer colmado de posibilidades a  cuyo paso sale el artista intentando atrapar el aroma del instante precioso, del encuentro gozoso. Utopía no es sinónimo de confort, puede que incluso sea su antónimo.

 

Cada una de las miles de bolsas de té que usted tiene ante sus sentidos es el fruto, el residuo de un largo paseo, de un encuentro casual-causal, de una conversación amable y seguramente prometéica. En definitiva de una concepción del mundo en la que la confianza en la bondad de los extraños no lleve pareja el extravío de si mismo, sino la voluntad del encuentro aventurado con el otro en el seno de unas micropolíticas de la cotidianeidad totalmente bienhadadas.