Tote Kojoten (Coyote muerto), es un episodio irónico sobre el Pathos contemporáneo en el que el rostro del artista es sometido a la tensión de la velocidad para asumir desde la concreción del instante una estética del sacrificio, presente en algunas formas de la tragedia cuando somos inducidos a superar los límites en algún estado transitorio de supervivencia.

En esta situación el animal que habitamos niega cualquier suerte de conciencia y espiritualidad, pero la imagen resultante del episodio, de lo real, o de su simulacro, obedecen siempre a otra forma constructiva basado siempre en el dominio de un programa icónico sustentado por mitos y leyendas. La sangre o la deformación hiperrealista del cuerpo son solo recursos o evidencias de la construcción cultural universal del sacrificio, del dolor y de la muerte.