Presentación del CICLO INTERNACIONAL DE VIDEO ULTRAMAR - ART SUR- ARTE EN ACCIÓN.

Director: Angel García Roldán


ART SUR - ARTE EN ACCIÓN nació con la vocación de encuentro de todas las artes en el espacio común que habitamos y desde este lugar crear un nuevo horizonte en el que acoger y vivir el arte y la cultura, y enriquecer con ello la faceta más humana de todas: el pensamiento.

A través de las imágenes que se promueven desde el arte podemos sentir la proximidad de todas las miradas que construyen, y por tanto, mantener el pulso con lo posible. Las imágenes son un estado de la realidad, una forma de testimonio y una forma de consciencia colectiva. A través de ellas vemos y entendemos el mundo, nos reconocemos en sus límites y repensamos nuestro futuro. Las imágenes no son inocentes y siempre fluctúan en el ideario de los demás, forman parte de la noticia, son esencia de los acontecimientos y permiten retener el tiempo mejor que nada porque "una imagen vale más que mil palabras", y aunque probablemente esta sea una de las consideraciones popularmente más aceptadas, seguramente solo unos pocos llegan a conocer algunos de sus trucos. Hablar con imágenes cuesta, y no todos logramos acceder a esas formas “cultas" de la iconografía porque no todas las políticas promueven esa posibilidad entre los interlocutores. Y es que las imágenes también pueden ser creadas para servir a intereses que nos dominan. Las imágenes siempre han sido parte del ideario político y una forma consustancial del orden social, modulando y regulando las distintas sociedades que han habitado la historia, y ofreciendo sus estructuras simbólicas (narrativas) a través de las cuales ha evolucionado la humanidad.

Trasladémonos al horizonte en el que un día quisimos representar las cosas. Más allá de las sombras de la caverna y los deseos de hacernos con el mundo, las imágenes brotaron de nuestra imaginación para permitirnos comprender cómo ocurren los hechos en este mundo y cómo apropiarnos de sus cosas. Por eso, aprendimos a preservar su apariencia (probablemente uno de los grandes enigmas de la humanidad) al abrigo de una cueva o de una roca, y ahora nos cuestionamos: ¿qué nos hizo pensar que una imagen podría contener la historia de nuestros antepasados, más aun, de nosotros mismos? De algún modo, esa necesidad testimonial reservada exclusivamente a la reconstrucción de los rastros ha de ser la primera estructura plenamente humana reconocible: una pequeña secuencia que forma un relato construido a partir de las imágenes reconocibles por todos, aunque aún no conozcamos su motivación primigenia.

No hace mucho tiempo utilicé este mismo relato para hacerle ver a mis estudiantes que entender cómo se construyen y aprenden las imágenes era una necesidad tan urgente, como aprender a ganarse la vida para sobrevivir a la jungla de nuestras ciudades. Si las imágenes son creadas constantemente, y nuestra exposición a ellas es incuantificable, por infinita, probablemente entender cómo se acumulan y cómo las usamos para generar nuevos discursos sea la tarea más reveladora en pleno siglo XXI. Hoy, que media vida se encuentra dentro del teléfono, que las noticias viajan entre satélites y a través de millones de kilómetros de fibra óptica, haciendo que una comunicación dé la vuelta al mundo en el cortísimo espacio de tiempo del “ahora”; hoy es imprescindible hablar a través de las imágenes y comprender que cada persona es un receptor y emisor infinito, un creador visual que produce imágenes y relatos.